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Este blog está destinado al alumnado de la Sección Bilingüe de español del Instituto Fazekas Mihály de Debrecen

Música en español

lunes, 22 de marzo de 2010

La rosa que nunca se marchita

Hoy es el 2 de noviembre , El Día de los Muertos. Está lloviendo a cántaros. Sólo son las 6 menos cuarto pero ya ha anochecido, lo que significa que está cerca el invierno. Estoy en el cementerio y voy con prisa hacia la tumba. Veo a la gente que tiene prisa , pero considera un deber ir al cementerio en este día. Sólo corren y corren…No tienen la culpa , porque todos tenemos un estilo de vida así. Compran un montón de flores, rezan pensando en las cosas que van a hacer el próximo día. Sólo en la cara de los ancianos veo un verdadero sentimiento doloroso y tranquilo. ¿Cómo era la cara de mi querida abuela? La veo claramente delante de mí. Las arrugas alrededor de los labios que siempre se pintaba de rojo, los ojos azul celestes, el moño rubio, las gafas de márfil, las joyas de oro y el anillo formando una serpiente. Y el olor dulce de las rosas….Tenía muchas en la casa, pero sólo rosas rojas. Todos los días las sacaba al jardín. Tenía 79 años pero no aparentaba muchos más de 60. Siempre sonreía. Nunca la vi llorar.

Ya estoy allí. Delante del sepulcro, donde descansa ella. Hace un año que se fue. Me alegro de poder venir sola, así puedo pensar tranquila y hablar con ella abiertamente.

Estoy pensando en el pasado. Todos los días iba a visitarla. Siempre me daba caramelitos o algún dulce. Éramos como amigas. Le decía todo lo que me había pasado cada día; los sentimientos , los pensamientos , las preguntas que estaban en mi corazón. Ella siempre sabía la respuesta correcta o el consejo más adecuado. Podemos decir que sabía todo sobre mi vida.
Un día le conté que dormiría en la casa de mi novio secreto. Mis papás no sabían que tenía novio. Pero mi abuela quedaba muchas veces con él. Algunas veces almorzaba con mi novio en su casa. Ella lo quería mucho. Me decía que tenía suerte con este chico y yo lo sabía, porque Adán era un chico muy cortés ,honesto ,guapo y siempre muy respetuoso.
Pero mis papás eran muy estrictos así que no podía decirles nada. Mi abuela me dijo que no hiciera nada que no quisiera y yo le dije que me cuidaría mucho y que no dijera nada a mis papás. Me lo prometió.
Cuando llegué a casa mi papá estaba muy enfadado… empezó a pelearse conmigo. Se había enterado de que tenía novio y yo no sabía cómo había logrado enterarse. Creía que mi abuela se lo había dicho. Empecé a llorar cómo nunca antes lo había hecho. Me sentía muy engañada. Pero mi papá sólo gritaba y gritaba…Cuando fui a mi cuarto llamé a mi abuela y le dije ”¡Gracias por la discrección!Ya lo saben todo” y colgué el teléfono. No esperé su respuesta.
El día siguiente era un sábado. Llamaron por teléfono a mi mamá. Casi se desmayó. Yo estaba mirándola pero ella sólo me dijo que me vistiera deprisa. No entendía por qué, pero sabía que había pasado algo muy grave. Cogímos un taxi, nuestra respiración estaba acelerada. ”Mamá ¿a dónde vamos?” Pregunté. Y ella sólo me dijo ”Al hospital”.
Cuando entramos en la habitación dónde estaba acostada mi querida abuela, mi corazón empezó a palpitar muy rápido casi no podía respirar. Comencé a preguntar muchas cosas al médico como una loca, pero él sólo me miraba con la cara pálida. Se inclinó. Nuestra cara estaba tan cerca que sentía su aliento .”Rosa tenía apoplejía y ha muerto…Lo siento. No he podido hacer nada por ella.” Yo me fui de allí llorando. Sólo corrí…no quería parar. Estaba demasiado triste.

Cuando llegué a casa en la mesa encontré mi diario abierto. Y lo entendí todo. Mi abuela no les había dicho nada. Tan solo habían leído mi diario. Tenía mucho cargo de conciencia. Las últimas palabras que le había dicho a mi abuela eran muy duras y ella no había hecho nada, no se las merecía.
Desde que murió todos los días vengo al cementerio. Le digo todas las cosas que pasan conmigo y nunca me olvido de disculparme de ella. Espero que sienta que la quiero más de lo que piensa.

”¡Nunca te diré adiós!” Susurro entre lágrimas y pongo una rosa roja encima de ella.

Hanna Toth, 10b

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