Historia |
Al año siguiente los jóvenes repitieron el altercado, sólo que esta vez llevaron los tomates de su casa. De nuevo fueron disueltos por las fuerzas del orden. Tras repetirse esto mismo en los años sucesivos, la fiesta quedó, aunque de modo no oficial, instauradas, lo que no sabian éstos chicos, es que habían inaugurado una tradición que seguirían fomentando año a año.
A principio de los 50 el Ayuntamiento de Buñol prohibió la celebración de la Tomatina hecho que no frenó a algunos participantes que llegaron incluso a ser encarcelados. El pueblo pedía que la fiesta se permitiese y tal fue su insistencia que las autoridades definitivamente la consintieron. Cada vez acudía más gente a la fiesta, con los bolsillos cargados de tomates y dispuestos a tirarse agua, a meterse en las fuentes y demás ‘actos vandálicos’. El problema era que esta batalla campal acababa afectando a aquellos que solo querían mirar y en alguna ocasión fue ‘atacada’ alguna personalidad importante. Así que la festividad fue de nuevo prohibida.
En 1955 y en señal de protesta se celebró ‘el entierro del tomate’, una gran manifestación en la que los vecinos portaron un ataúd con un gran tomate dentro, acompañados por la banda de música, que interpretaba marchas fúnebres a su paso. En el año 57, se permitió definitivamente la Tomatina y ahora es el propio Ayuntamiento el que organiza y promociona este día que les ha hecho famosos en el mundo entero.
Desde 1980 es el Ayuntamiento quien provee de tomates a los participantes, siendo cada año mayor el número de toneladas de tomates utilizados, así como el de visitantes.
El 27 de agosto del 2002, la Secretaría General de Turismo, concedió el título de
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