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Este blog está destinado al alumnado de la Sección Bilingüe de español del Instituto Fazekas Mihály de Debrecen

Música en español

domingo, 6 de junio de 2010

Mi enemigo la ciencia

Es el título del cuento escrito por Kiri, de 12B, con el que recibió el segundo premio de su categoría en el concurso literario. Un cuento nada normal con el que decidió arriesgar y salió ganando. Esperamos que también disfrute de su semanita de vacaciones en Málaga.

Mi enemigo la ciencia


Hacía mal tiempo, cuando nuestro protagonista, José se despertó de una horrible pesadilla en la que mataba dos hombres sangrientamente con un cuchillo. ¡Qué sueño tan hermoso! – pensaba mientras estaba viendo el calendario. En el calendario vio que había tomado un apunte para aquel día: “16 de marzo de 2096 – ¡El gran día!”. Se vistió y se puso sus nuevas gafas de sol con las que podía percibir a la gente invisible. Llamó a su coche volador automático por teléfono y fue al trabajo. En la fábrica donde trabajaba cada día, preparaban elementos para el segundo ascensor espacial. José tenía el trabajo más aburrido del mundo. Él tenía que inspeccionar que el trabajo estuviera bien en todas las partes de la fábrica, pero como todo estaba automatizado ya no tenía que hacer nada, sólo mirar las pantallas, durante horas. Pero él no se quejaba por esto, porque tenía un hobby que requería mucho tiempo…

Ya todo estaba planeado, sólo tenía que realizarlo. A las cuatro de la tarde terminó su jornada, y fue a casa muy excitado. Sacó su paquete secreto que estaba en un cajón cerrado con un candado y empezó a limpiar sus instrumentos, que eran sus únicos amigos. Sonó el timbre. Se atemorizó y entornó la puerta lo suficiente como para poder ver a su inesperado visitante. Por suerte sólo era el robot, María que cada día limpiaba su casa. Pero aquel día tan interesante quería tranquilidad para poder prepararse, por eso pagó a María y le pidió que se fuera.

A las ocho empezaba todo. Voló a la plaza mayor con un jet pack y esperó en el bar de la esquina. Al cabo de poco llegó un hombre alto, tenía el pelo corto y rubio, los ojos negros y llevaba la típica camiseta que casi todo el mundo en esa época llevaba, una con un rótulo fosforescente sobre el mejor equipo de fútbol, el Loki, y también llevaba unas botas invisibles. Pidió una cerveza y empezó a observar a las chicas menores. Sí, él también tenía una manía, pero un poco diferente a José. Cuando eligió una chica e iba a acercarse a ella, José le empujó un poco con su hombro derecho y le miró a los ojos profundamente. Este hombre se llamaba Marcos y ya había estado en prisión muchas veces, pero siempre le dejaron salir, porque su padre es el jefe de una empresa multiplanetaria y siempre solía jugar al ajedrez con el presidente. Marcos como ya había perdido a la chica escogida y como tenía un mal augurio, después de la mirada de José, decidió salir y volver a casa sin continuar con sus propósitos. Pero no tuvo suerte, porque por otro lado José no quería terminar el día sin realizar su plan y cuando Marcos estaba en un callejón, José le adarvó desde detrás con un pinchazo puntual a el cuello. José con su jet pack llevó a Marcos a un vagón que había en el vertedero. Allí primero tuvo que prepararse. Poner plásticos por todas las paredes y sobre la mesa que ya estaba allí. Después ató a Marcos sobre la mesa y esperó a que se despertara. Cuando Marcos se espabiló primero empezó a gritar ayuda, pero cuando fue consciente de su situación y de que no había nadie allí, empezó a amenazar a José mentando a su padre. Pero José se desentendió de él, y sacó su cuchillo y empezó a afilarlo. Marcos ya no se atrevió a proferir amenazas y empezó a clamar al cielo, pero esto no afectó a José, que para empezar su ritual comenzó a enumerar los nombres de las chicas a quienes Marcos pervirtió durante su vida. Su única suerte fue que la lista era larga. Cuando José terminó con los nombres cortó a su oreja derecha como trofeo y después le abatió de una cuchillada en el corazón. Para José el sentimiento de haber librado al mundo de un pedófilo era fenomenal. Ya sólo le quedaba la última parte del plan, deshacerse del cuerpo. Primero lo envolvió en los plásticos, después se aseguró de que no había dejado ninguna gota de sangre o huella en la escena del crimen y después llevó el muerto al cementerio. Porque el lugar donde seguro que no iban a buscar a un desaparecido era en el cementerio. José tuvo mucha suerte, perdón, no fue suerte sino profesionalidad ya que antes había mirado que al día siguiente por la mañana habría un entierro, por eso la tierra ya estaba cavada, por eso sólo tenía que cavar un poco más y enterrar el cuerpo. Claro no lo enterró totalmente, tenía que dejar casi la misma profundidad del hueco que antes ya había cavado.

Al día siguiente en el trabajo, José ya estaba preparando su siguiente acción cuando vio en la tele que habían encontrado el cuerpo de Marcos. José no quería creer lo que veían sus ojos. Llevaba asesinando pedófilos desde hace veinte años con la misma táctica y todavía nunca habían encontrado los muertos, hasta aquel día. El reportero admitió que el éxito se había debido a que Marcos tenía un GPS en su diente que dio señales y cuando no llegó a casa su padre las vio con un receptor. José se puso muy nervioso y empezó a pensar. Estaba seguro de que no había dejado ninguna señal que pudiera identificarle. ¿Pero qué pasaría si encontraban un testigo? Ya estaba tranquilizándose cuando alguien pegó a la puerta. Era la policía y se lo llevaron para interrogarle.

Dijeron que tenían un testimonio que lo inculpaba como el asesino. José se sorprendió mucho de que tuvieran un testimonio, pero se comportó como si fuera inocente. Pero no pudo hacer mucho, porque en la comisaría le mostraron el vídeo que había hecho un robot volador el día anterior, en el que aparecía en el cementerio deshaciéndose del cadáver.

Como la policía no sabía nada sobre los otros asesinatos, no mataron a José, pero aún así, lo llevaron a juicio, fue declarado culpable y lo exiliaron del planeta y tuve que irse al planeta Marte y buscar otros seres vivos.

Tamás Kiripolszky, 12B

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